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jueves, agosto 28, 2008

* el Sexo empieza en la Cocina *


Las relaciones sexuales tienden a fosilizarse en rutinas prosaicas, y cuando esto ocurre, son demasiadas las mujeres que se convierten en brujas endemoniadas y dominantes. Permiten que sus propias neurosis y decepciones sofoquen el deseo del compañero cuando tratan de imponer su voluntad, de someter al infeliz cónyuge.

Algunos hombres se vengan de esto, procurando vivir la mayor parte de su tiempo en el mundo de los negocios. Allí, rodeados de bellas secretarias y de un ambiente suntuoso, comen y beben a cargo de la cuenta de gastos de su empresa, y consiguen escapar a la tiranía del matrimonio.

Para conseguir que un hombre venga a casa, hay que convercerle de que la cosa vale la pena... y no hay mejor cebo que una cena bien cargada de afrodisíacos, por que EL SEXO EMPIEZA EN LA COCINA.

Alimentadle con comidas exquisitas, y le veréis responder con sensaciones orgiásticas a medida que intoxicáis su paladar con deliciosas voluptuosas. Servidle vinos de aroma delicado, que coloreen su mente y desentumezcan su cerebro.

El saber conquistar mediante los rituales de la comida y del amor es todo un arte. Halagadle practicándolo a fondo. Arrojad de vosotras todas las inhibiciones, para que él pueda hallar placer en vosotras. ¡Sí !, arrojad incluso las ropas;* en vuestro mundo particular no os hace falta para nada el sello de aprobación de la censura social. ¡ Adelante, y servidle la cena mientras polarizáis su sensualidad con la euforia aterciopelada de vuestra desnudez! Observad cómo sus ojos exploran con más atrevimiento, a medida que vuestro cuerpo y vuestra comida despiertan simultáneamente las fuertes del erotismo.


* Esta idea no es nueva, pues ya en el siglo XVII la practicaba Casanova, conocedor de que los placeres sensuales de la gastronomía se amplifican con el espectáculo de un cuerpo desnudo y bien dispuesto para una respuesta sexual libre de inhibiciones, es decir alimentando al mismo tiempo la libido y el paladar. El sabor exquisito de los alimentos produce estímulos placenteros, mientras que el cuerpo desnudo atiza los fuegos del éxtasis. El Marqués de Sade celebró numerosos e importantes banquetes, a los que era obligatorio asistir desnudo, y saboreó todos los detalles de los mismos. Más tarde los describió en sus novelas (vosotras también podéis escribir en los ratos de ocio ).
Si la desnudez os escandaliza, recordad que una amante se comporta siempre con abandono allí donde la esposa frunce el ceño con desaprobación. No hay nada malo en el placer. De hecho, si algunas de esas caras de palo que vemos tan a menudo -expresiones faciales que parecen reclamar se les recete a sus propietarias una lavativa - tuviese la iniciativa de abrirse al placer, sus maridos no se sentirían condenados a vivir en un infierno.

A lo largo de toda la historia humana, el folkrore ha dado crédito a la teoría de llegar al corazón a través del estómago. Y con razón, por que todas las glándulas y células de nuestro organismo reciben la influencia de los alimentos que comemos. Una comida estimulante puede realzar las relaciones sexuales hasta el nivel de fogosidad de los primeros días de cortejo. Se consiguen reavivar las emociones y refrescar los sentimientos agotados, resucitando la pasión y la ternura.

Si doña Carabina acierta a convertirse en Doña Seductora, su esposo se comportará lo mismo que si le hubieran puesto una injección de virilidad. La hembra más frígida y el más ceñudo marido pueden ser rescatados del ceribato, y fácilmente seducidos a través de lo que comen, para convertirse en amantes temblorosos de sensualidad. PORQUE LA COCINA ES EL CAMINO MÁS RÁPIDO HACIA LA ALCOBA.

Cuando me casé con Sy (mi estimado compañero de cama ), quedé encantada con la frecuencia y calidad de sus manifestaciones amatorias, y me prometí hacer que continuara siempre así. Recordé haber leído que las grandes entretenidas de finales del siglo XVII eran famosas por su buena mesa, y decidí que, mientras él me tuviera en matrimonio, yo las emularía a ellas para tenerle en la cama, ¡y así lo hice ! Encendida su sexualidad mediante cenas íntimas y afrodisíacas, jamás me ha decepcionado. Mi esfuerzo se ha visto recompensado con su inextingible pasión hacia mí.

Hace poco le oí decir a un amigo que muchos negociantes, hombres de presa que parecen vivir sólo para comerse el mundo, son impotentes, y que en ello radica la clave de su éxito financiero. Al faltarles el estímulo amoroso y pasional de las batallas de la alcoba, así como las dulzuras de una cocina sensual, se lanzan a la lucha de los negocios. Sus energías sexuales se canalizan por esa otra vía, a modo de compensación, hasta que por fin, atrofiada su líbido, se convierten en impotentes.

Desgraciadamente, hay que decir que con frecuencia eso es culpa de la mujer que les acompaña en su vida, por no tomarse en serio su misión y descuidar sus obligaciones. Si sabéis dar en vez de tomar, tanto en la cocina como en el dormitorio, os prometo que las horas doradas de felicidad sexual os embellecerán y os darán la lozanía característica de la mujer realizada.

La mujer ha de ser camarera, cocinera, lavandera, compañera de bar, artista de "strip-tease ", ligue de una noche de fiesta y " femme fatale", todo en una pieza. O dicho en otras palabras, ha de ser puta, y no bruja, si quiere llevar el juego fálico a su excitante conclusión.

Servidle comida erótica, empapad su líbido en vino, poned una cerradura en la puerta del dormitorio, y ya veréis la relación que existe entre vuestras hazañas culinarias y las suyas amatorias.

El XVIII fue el siglo de la licenciosidad. Los buenos catadores de los placeres amorosos del "boudoir "eran, al mismo tiempo, gastrónomos entendidos y aficionados a levantar, no sólo las faldas de las mujeres, sino también las tapaderas de las ollas. Las comidas se incendiaban con la coquetería de los afrodisíacos. Pero luego, el mundo se vio ensombrecido por una nube de puritanismo e hipocresía, llamada entre nosotros la era victoriana. El placer se identificó con el vicio, y el arte de guisar para el regocijo sexual se halló en una etapa de abandono.

Las inhibiciones nacidas en la alcoba se propagaron pronto a la cocina. El arte de la buena mesa entró en decadencia. Como EL SEXO ERA PECADO, nadie se atrevía a cocinar con afrodisíacos. Por algún tiempo pareció que la sensualidad no iba a regresar jamás.

Pero el hacha del tiempo ha cortado las raíces del puritanismo. Las mujeres armadas de inteligencia y de afrodisíacos tienen en sus cocinas las llaves del espíritu de la virilidad. Para realizar las recetas afrodisíacas de este libro no se necesitaban sino ingredientes de fácil obtención, que pueden hallarse en el supermercado de la esquina.

Fue con esas recetas afrodisíacas como atrapé a mi novia (¡sí, atrapada en la cocina!), y con ellas sigo teniéndole mía. Jamás se pierde por las alcobas o por las cocinas de otras. Y el vuestro, por muy "vagabundo " que sea, dejará pronto el último " martini" con los amigotes para acudir corriendo a escuchar la música de vuestras sartenes y cacerolas; para ello sólo es necesario que observéis las fórmulas que aquí os doy.

Reforzad sus virilidades; obligadles a que se fijen en vosotras, a que os vean como hembras. Poned en funcionamiento el arsenal de vuestra cocina, antes de que otra, un poco más seductora que vosotras, le someta al fuego de sus propios afrodisíacos.

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