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miércoles, diciembre 03, 2008

* Sensualidad , una historia real *


Dina Hoernecke
Una chica ciega nos ha dado una lección de sensualidad femenina participando en una de las presentaciones que realiza la "Maleta Roja" por toda España. La asesora que estuvo con ella en la reunión, ha querido compartir su experiencia con todas nosotras, ya que, dice que fue “muy especial”.
“Una tarde me fui a un pueblecito de montaña muy bonito. Me esperaban unas veinte mujeres, todas dispuestas a pasar un buen rato. Me pidieron que esperara un poquito porque faltaba una chica y su madre. Mi gran sorpresa fue que no eran dos sino tres: la madre, un perro precioso con arnés guiando suavemente a una joven mujer, ciega, a la cual llamaremos Laura.
Empecé la reunión, y Laura estaba a mi lado, muy cerca, y el perro a sus pies. Todos y cada una de los productos que salían de la maleta eran una sorpresa para todas, pero para Laura, todo era sensualidad. Cuando les enseñé la cosmética erótica, solo ella era capaz de percibir con fina precisión las diferentes connotaciones de los polvos de miel, los aceites, e incluso las sales de baño hacían su imaginación volar a un sitio cálido, lleno de incienso.
La crema corporal de frambuesa fue como probar algo que nunca se habría podido imaginar… palotes con un toque de menta, y la piel de seda, ¡que gozo verla como la extendía sobre su piel asombrándose del tacto! Esto despertaba las risas de sus amigas, que solo estaban pendientes de su tacto, olfato y gusto, y era como si supiese mas que las demás y como si nos diera, sin querer, una lección de sensualidad.
Cuando le enseñé los juguetes se los iba describiendo, y Laura me preguntaba el color pero siempre acertaba con el mecanismo para regular la vibración. El vibrador de dedo era como si colocado en su misma mano, adquiriese mas fuerza, se adaptaba totalmente a ella. Cuando puse en su mano el lubricante de silicona para que notara realmente como se utiliza un vibrador, empezaron a sonrojarse sus mejillas y me dijo, muy serenamente, que de alguna forma, la había acercado a un mundo diferente de sensaciones.
De verdad, lo pasamos muy bien, Laura, sus amigas y yo. Aprendí muchísimo al ver que, como tapando un sentido se despiertan los otros con una fuerza increíble, casi multiplicados por mil.
Son esos los momentos en los que estoy contenta de llevar una maleta roja, ya que veo y siento, al igual que Laura, que puede llegar a todas, seamos como seamos.

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